En alguna ocasión, a todos nos ha surgido la duda de si a nuestra planta le falta o le sobra agua. Es entonces cuando buscamos corriendo información en internet o consejo de algún conocido, que nos dice que la pauta de riego a seguir es el típico cada 3 o 4 días.
Con mucha fe, seguimos esos consejos, y vemos que la planta va a peor, cada vez está más pocha y no sabemos realmente por qué, hasta que finalmente la pobre acaba muriendo…
¿Te suena? Para esa planta ya llegamos tarde, pero podemos ayudarte con las que vendrán y lo primero que te decimos desde Planta y Trasplanta es que las “pautas” de riego no sirven.
Lo que tenemos que tener en cuenta son distintos factores que vamos a pasar a enumerarte aquí para que tomes nota y sepas si a tu planta le falta o le sobra agua y de ese modo la cuides como se merece.
Conocer las necesidades hídricas de cada planta
Para empezar y poder saber qué requerimientos de agua tiene una planta, tenemos que buscar información de donde es originaria ésta. Así podremos hacernos una idea del ambiente en el que vive, si llueve mucho o poco, si hace más o menos calor, o si recibe más o menos luz solar directa.
Con esa información nos podremos hacer una idea de las necesidades de nuestra planta para que esté feliz y crezca sana y fuerte.
El exceso de amor ¡mata!
Tienes que saber también que muchas plantas acaban muriendo por “exceso de amor”, porque les prestamos más cuidados de los necesarios y las regamos de más. La mayoría de plantas pueden resistir mejor algo de sequía que un exceso de agua.
Obsérvala ¡tu planta habla!
No, no te va a decir como un niño pequeño lo que necesita, pero si la observamos bien sabremos que nos está diciendo lo que le pasa. Esto es lo que en Planta y Trasplanta llamamos “plantas dramáticas”. Son, por ejemplo, el Spatifilium o la Hipoestes, si les falta el agua dejan caer sus hojas y tallos, e incluso llega a parecer que han muerto, pero nada más lejos de la realidad, ya que después de un buen baño en inmersión, recobran todo su esplendor.
La Maranta Leuconeura, o cualquiera de sus primas, dejan de realizar su característico movimiento y curvan sus preciosas hojas hacia dentro cuando tienen sed. ¿La solución? Llevarlas a un baño por inmersión.
El mejor riego es el riego por inmersión
Es un riego más natural en el que la planta solo capta el agua que necesita evitando el encharcamiento. También evitamos, en parte, la aparición de plagas e incluso podemos aportar, diluidos en este baño de inmersión, los abonos necesarios para que nuestras plantas luzcan siempre hermosas.
En el post qué es el riego por inmersión tenéis toda la información, pero a grandes rasgos consiste en coger un recipiente hondo y llenarlo de agua de tal forma que llegue a más o menos la mitad de nuestra maceta. Se mantienen ahí durante unos minutos hasta que observemos como la parte visible del sustrato denota humedad y es entonces cuando tendremos que sacarla.
Si tu planta no mejora ¡trasplántala!
Un truco para poder saber más exactamente si la planta realmente tiene sed o si está teniendo pudrición en la raíz es meter un dedo o un palo en el sustrato y ver si sale húmedo o no. También el peso de la propia maceta nos dará información, pero si tras todo esto lo seguimos sin tener claro la mejor forma de salvar tu planta sería trasplantándola. Así podrás observar con detenimiento las raíces.
Ten en cuenta la ubicación, la luz solar y la temperatura
A menudo vemos que una misma planta se comporta de forma diferente en dos casas distintas. Tampoco es lo mismo lo que requiere una planta ubicada en una ventana orientada al norte, que una ventana orientada al sur. La planta necesita luz y agua para poder fabricar su comida, así que cuanta más luz haya, más agua necesitara y, por el contrario, si hay menos luz, seguramente sus requerimientos hídricos serán menores.
La temperatura también es importante. Una planta en un lugar cálido requerirá más riegos que la misma planta en lugares fríos, es lo que pasa con el invierno y el verano.
Otro dato a tener en cuenta es el ciclo de luz solar. Hay plantas que trabajan cuando los días son más largos y tienen más horas de luz, mientras que otras aprovechan para “echarse la siesta”. Y, al contrario, hay plantas que despiertan de ese letargo cuándo los días se hacen más cortos y hay menos horas de luz (por ejemplo, los aloes), momento que aprovechan otras para irse a dormir. Conocer ese ciclo de trabajo de la planta nos va a indicar también cuándo van a querer agua y en qué momentos van a preferir descansar de riegos.
Cuidado si las hojas de tu planta amarillean o tienen manchas
Un indicio de exceso de cariño se aprecia cuando muchas de las hojas de la planta amarillean. Si la planta presenta una única hoja amarilla no significa nada, puede ser algo normal y natural, ¡Don’t panic! Pero si son muchas hay que observarla.
Otro síntoma de habernos pasado con el riego es la aparición de manchas en las hojas, e incluso ennegrecimiento de algunas de ellas.
Como has podido ver una pauta de riego no es la solución, sino más bien todo lo contrario. La clave está en observar a nuestra planta. Sus riegos van a depender de la temperatura, la iluminación, y las condiciones de origen que tenga. Debemos fijarnos en esos pequeños detalles: el cambio de color de sus hojas, verla más alicaída o las manchas que puedan salirle para saber si necesita un chapuzón o dejarla estar para no matarla de amor.
¿Conocías todos estos consejos? Cuéntanos qué haces tú para saber cuándo tus plantas necesitan agua o no.